A lo largo de mi vida, me han preguntado en varias ocasiones “¿y tú crees en la energía y esas cosas?”. Al principio, esta pregunta me desconcertaba. ¿A qué se referían con “esas cosas”? ¿Cómo podía expresar lo que sentía o pensaba sobre algo tan abstracto y tan personal?
A veces me ruborizaba ante la pregunta, sintiendo que estaba siendo juzgado por mis creencias o falta de ellas. En otras, trataba de defender o justificar lo que sea que creía que era la “energía” sin realmente entender completamente qué era. A veces, respondía con otra pregunta, como “¿de verdad quieres saber?” o con expresiones como “¡si supieras!”. En otras ocasiones, simplemente sonreía, reconociendo la complejidad del tema y la dificultad de encontrar las palabras adecuadas.
Pero, ¿Qué son realmente la energía y “esas cosas”? Para mí, la “energía” va más allá de un simple significado o concepto. Es la fuerza que impulsa mis acciones, la conexión que siento con el mundo que me rodea, y la intuición que guía mis decisiones. Es algo que no siempre puedo explicar con palabras, pero que siento profundamente en mi ser.
La Frase “La Energía y Esas Cosas”:
En México esta expresión suele utilizarse de manera coloquial para referirse a temas esotéricos, místicos, conceptos como la energía vital, la fuerza interior, la intuición, o incluso la conexión con dimensiones espirituales o cósmicas. En este contexto, es común usarla desde una perspectiva religiosa hasta una actitud más escéptica, como una manera informal de hablar sobre fuerzas o conceptos que no son fácilmente explicables o tangibles.
La energía se define como la capacidad de un sistema para realizar un trabajo. En el contexto físico, la energía se manifiesta en diversas formas, como la energía cinética (asociada al movimiento), la energía potencial (asociada a la posición o configuración de un objeto), la energía térmica (relacionada con la temperatura), entre otras.
La energía es como el poder que tienen las cosas para hacer que sucedan cosas.
Se puede pensar en ella como la capacidad que tienen los objetos para moverse, calentarse o hacer algo útil. ¡Es básicamente el impulso que hace que todo funcione! En el sentido científico, no podemos percibir directamente la energía, ya que es una propiedad abstracta. Sin embargo, podemos observar sus efectos en diferentes formas. Por ejemplo, podemos percibir la energía lumínica a través de la visión, la energía térmica mediante el calor que sentimos y la energía sonora a través del sonido que escuchamos.
Entonces se podría decir que si creo o que si es posible que exista la energía, pero… ¿y “esas cosas”? (léase misteriosamente)
Desde un punto de vista científico no es posible sentir, percibir o usar la energía, pero ¿recuerdan cuando la tierra era plana?, Cuándo se descubrió el mundo “invisible” de los microrganismos y se desarrolló la penicilina hace menos de un siglo se pudo comprender y desarrollar la capacidad para tratar temas y problemas que hoy son comunes. La complejidad del universo y el cuerpo humano se relacionan más con percepciones subjetivas o experiencias personales que con fenómenos físicos específicos. Sin embargo, el cuerpo efectivamente funciona mediante impulsos eléctricos, como los generados por el sistema nervioso, los pensamientos y los impulsos generados por las hormonas (emociones), también tiene un campo electromagnético que si bien es débil, algunos animales como las abejas y las aves migratorias, pueden detectar campos magnéticos para la orientación. Desde un punto de vista mas holístico o espiritual, algunas personas interpretan sus experiencias como la percepción de campos energéticos o conexiones más allá de lo puramente físico, estas interpretaciones están vinculadas a sistemas de creencias que incluyen dimensiones espirituales o metafísicas, planos de existencia y mas allá de la explicación convencional.
¿Y que tal si “la energía” que percibimos desde el punto de vista físico, espiritual o energético solo es información recibida e interpretada por el cuerpo?
Esa es una perspectiva interesante ¿no?. Desde una mirada espiritual o energética, algunas personas creen que la energía que percibimos es en realidad información que nuestro cuerpo recibe y procesa de alguna manera. Esta información podría provenir de diversas fuentes, como el entorno, otras personas, o incluso dimensiones o planos de existencia más sutiles.
Según esta perspectiva, nuestro cuerpo físico actúa como un receptor y traductor de esta información energética. Esta información podría manifestarse como sensaciones físicas, emociones, intuiciones o percepciones sutiles que pueden influir en nuestra experiencia y percepción del mundo que nos rodea.
Esta interpretación sugiere que la energía que percibimos no es simplemente un fenómeno físico, sino que también tiene una dimensión informativa y significativa que puede ser interpretada y utilizada para enriquecer nuestra comprensión y experiencia de la vida.
¿Cómo podría cambiar tu vida si empezaras a reconocer y trabajar conscientemente con la energía que te rodea?